A young woman listens to a seashell by the ocean. Peaceful coastal scene.

Aprender a escucharse a uno mismo

Vivimos en un mundo donde parece que debemos responder rápido, cumplir con expectativas ajenas y demostrar que “todo está bajo control”. A veces, tanto ruido externo nos desconecta de lo que realmente sentimos. Recuerdo a alguien que llegó a terapia siempre diciendo que “estaba bien”, aunque su mirada y su postura contaban otra historia: ansiedad contenida, cansancio emocional, un vacío que había aprendido a ignorar.

Durante las sesiones, trabajamos en detenerse, en observar cada emoción antes de reaccionar. Empezó a notar qué situaciones le generaban estrés, qué pensamientos lo paralizaban y qué emociones llevaba ocultas. Aprendió a preguntarse: “¿Qué necesito realmente en este momento?”, y a darle valor a esas respuestas. No fue un cambio inmediato; implicó paciencia, constancia y enfrentar recuerdos y emociones que había guardado por años.

Con el tiempo, descubrió que escucharse a uno mismo no es egoísmo, sino un acto de cuidado profundo. Aprendió a poner límites sanos, a expresar sus necesidades y a tomar decisiones que lo acercaban a su bienestar sin perder su autenticidad. Poco a poco, empezó a sentir un alivio interno que antes parecía imposible, y con ello, sus relaciones y su vida diaria comenzaron a mejorar también.

Esta historia nos recuerda que detenernos a escucharnos es un primer paso poderoso. No es necesario recorrer el camino solo; a veces, tener alguien que acompañe ese proceso hace que sea más sencillo y seguro. Escucharte puede ser el inicio de una vida más plena.

Scroll al inicio